No solo hay que ver documentales, sino que hay que sacarles el jugo 🙂

Lo más interesante de la emisión del trabajo de Dannoritzer, no es sólo las conclusiones a las que se llega en el reportaje, sino el animado debate social que se han generado tras su estreno. En Comprar, Tirar, Comprar, su protagonista se niega de deshechar una impresora y busca reparar la avería que hace que no funcione. Es posible que millones de gestos como ese tengan más repercusión la economía, la política y el medio ambiente de lo que nosotros pensamos.

Muy buenas reflexiones sobre «Comprar, tirar, comprar» en Actuable.

Comprar (con cabeza), (no) tirar (si no es necesario), comprar (cada vez menos)

A estas alturas, cualquier persona que tenga un mínimo contacto con la red, habrá visto o habría oído hablar del genial documental Comprar, tirar, comprar, sobre cómo se ha construido la industria de la sociedad de consumo, con productos con fecha de caducidad que nos obligan a reemplazarlos continuamente. Este trabajo, además de haber popularizado un término de esos impronunciables -la obsolescencia-, nos descubre por qué las impresoras dan más quebraderos de cabeza que imprimen páginas, por qué un móvil con más de dos años es casi una reliquia o por qué si tu portátil tiene más de cinco años, deberías hacerle un homenaje: porque todos estos objetos están programados para eso, para durar poco.

Porque que duraban poco ya lo sabíamos, pero no es lo mismo que te cuenten los entresijos, ni ver las consecuencias de este sistema. La sociedad de consumo nos ha convertido unas máquinas de producir basura; una basura de la que nos despreocupamos una vez que cerramos la tapa del contenedor. En una entrevista de las cientos que ha dado Cosima Dannoritzer, directora del documental, en los últimos días, la realizadora sostiene que no hay que culpar de esto a las empresas, sino replantear el sistema.

En un primer momento, no pude estar menos de acuerdo con esta afirmación: ¿Cómo replantear el sistema sin las empresas? Es normal pensar que la compañía que fabricó mi móvil es la culpable de que éste sea de usar y tirar. De hecho, lo es. Sin embargo, atribuir toda la responsabilidad del sistema en el que vivimos a las empresa, podría resultar un poco reduccionista, ya que se que deja de lado algo fundamental: nuestra responsabilidad. Echar siempre la culpa a un ente superior, no es otra cosa que reafirmar nuestra propia inferioridad. Y no, no somos seres bobalicones incapaces de tomar las riendas de nuestra propia vida.

Por eso, lo más interesante de la emisión del trabajo de Dannoritzer, no es sólo las conclusiones a las que se llega en el reportaje, sino el animado debate social que se han generado tras su estreno. En Comprar, Tirar, Comprar, su protagonista se niega de deshechar una impresora y busca reparar la avería que hace que no funcione. Es posible que millones de gestos como ese tengan más repercusión la economía, la política y el medio ambiente de lo que nosotros pensamos.</div>