Cada día me siento más fuera del mundo de los blogs.
O quizá es que ya no se llama blog a lo que yo pensaba que era un blog.
Ahora un blog es cualquier cosa. Con el BUM de los blogs comerciales, y las redes de éstos, la palabra ha tomado otro significado para mí.

Antes yo aquí contaba cualquier cosa que me venía a la cabeza (lo que me daba la gana, de verdad), y era muy sencillo, y no me preocupaba lo que pudieran pensar ni si alguien lo enlazaría, ni si saldría en un ranking, ni nada de nada.

Y de vez en cuando me pasa esto, que no escribo, que no produzco. Porque si creo que no voy a hacerlo bien, pues no lo hago. Y acabo no escribiendo nada, sólo me quedan los enlaces que me interesan.

Google sigue siendo mi amigo, trayéndome simpáticos visitantes que llenan sus comentarios con mis emoticonos y que se muestran entusiastas con cualquier tema, en especial música gratis, letras de canciones (no, yo no tengo emoticonos de los Red Hot Chilli Peppers), Juan Pablo Montoya… y si no, pues spam a montones, y cada vez menos comentarios que merecen la pena, y me aburro.

Creo que estoy fuera, y lo peor es que tampoco tengo ganas de volver. El ambiente no me gusta, todo demasiado especializado o ñoño (como esto mismo), y fuera tengo demasiadas cosas como para hacer el esfuerzo y sacar un ratico para leer y crear.

Mira que me gustan este tipo de artículos, luego al final nunca lo dejo… esta vez… me siento fuera del todo, a ver qué pasa.