Si una ventana rota se deja sin reparar, la gente que pasa sacará la conclusión de que a nadie le importa y no hay nadie que esté al cargo. Pronto se romperán más ventanas, y la sensación de anarquía se extenderá del edificio a la calle, enviando la señal de que todo vale. En una ciudad, problemas menores como los graffiti, los desordenes públicos o la mendicidad agresiva son los equivalentes de las ventanas rotas: invitaciones a crímenes más serios.

Una idea muy interesante que además es aplicable a distintas escalas, desde la ciudad de Nueva York, hasta la persona que esto escribe.

Me quedo con esa escala, la personal. Hay que cuidarse, cultivarse. En cada aspecto: físico, mental, personal, profesional… porque cuando empiezas a descuidarte, poco a poco le vas dando menos importancia y te descuidas más. Que cierta es esta teoría de las ventanas rotas.

Visto en Pseudópodo.