Me odio a mí.
Por vaga, gandula, dejada, manta mulera y todos los sinónimos que se me pudieran ocurrir si fuera catedrática de lenguajeemo

No sé como he llegado a ser tan irresponsable en sólo tres años.
Cuando iba al instituto era más empollona que la empollona, y ahora, aunque no sea así, parece que me da todo igual. Mis amigos dicen que me ven descentrada, desorientada… pero yo no me veo así, simplemente creo que he dejado de tener ambición (menos mal, aunque ni tanto ni tan calvo!) y al no tener un motivo por el que «darme prisa» he dejado de hacerlo.

He puesto más energía en otros asuntos, como el trabajo, proyectos personales, y también desarrollo de mi vida socialgafas que ha cambiado bastante también. Y perder mucho el tiempo, cómo no. Y ahora aquí tengo las consecuencias, dándome en las narices (con un bate de béisbol, nada menos). Tengo que tomar un camino ya